jueves, 5 de mayo de 2011

" Cascadas de Jazmín "

Los cantos matinales de los pájaros me despiertan, como susurros naturales, palabras que se entrelazan dando nuevos colores, formas, embelesos a mis percepciones y cuyas palabras aclaman e imploran que observe a mi alrededor.
En el aire inmóvil, saturado por el zumbido de insectos invisibles, se ha detenido el tiempo.
La habitación se ve salpicada por la luz de un sol tímido que entra por las rendijas de las contraventanas dando una luz pura pero atenuada, envolviéndome, así, con su belleza inmediata y otorgando a la vez un tono gris al entorno. Un gris suave y relajante.
Un color que aún se veía empapado de aquella fragancia proveniente del jazmín del balcón que anoche acunaba y mecía nuestros gestos.

Así pues, me incorporo costosamente y en eso segundos de acción me siento viva… Vitalidad corre por mis venas, un líquido curioso que me proporciona frescura y placer.
Pero de todos modos en esos segundos de movimiento percibo que algo no va bien. Mi cabeza da vueltas cual ruleta, mis brazos pesan como si a ellos se encontrasen amarrados un par de pesas, alejándose así de la ligereza veraniega del ave grabada en mi antebrazo, de mi tatuaje. Mis parpados parecen ser independientes al resto del cuerpo, cerrándose a intervalos de tiempo desigual y sin que yo se lo mande, mis labios están secos así como desgastados y no consigo hallar el por qué.

Tanta paz me altera, tanta frescura me acalora, tanto equilibrio me desequilibra.

Allí y tras semejante alteración decido palpar el problema, la cuestión de esa sensación, intento hallar el enigma cual matemático ofuscado en un teorema, removiendo los confines del pasado, de las horas acontecidas, de un destino que me ha llevado por la mano a éste estado.
Al cabo de un instante miro bajo las sabanas y al hacerlo, mucho antes de ni siquiera preverlo, contemplo como mi piel desnuda está en contacto con la única respuesta de ésa situación. Las solas que realmente saben y guardan la llave de lo que ha pasado.

De repente me recorre la sensación de un gong sonando en mi cabeza. En efecto, todo concuerda, se entrelaza, se mezcla, se fusiona… Allí está tu figura, desnuda y perfecta. Bella y afable.
Equilibrio puro y corporal, equilibrio natural como el perfume del jazmín que subyuga mi olfato.
Me pongo la mano en la boca como para impedir que las palabras escapen de ella e interrumpan, quebranten, ése descanso en el cual tu cuerpo parece ser la base
Aún así las palabras anegan mi mente… Palabras como paraíso, edén o cielo… Todas sinónimas del bienestar que en esos momentos percibo.
Tu piel iluminada me recuerda a polvo de terciopelo en los confines de la seda. Tus ojos cerrados me invitan a, una vez abiertos, eclipsarme con ellos, como si se tratasen de oro exótico.

Todo ello empujándome a contemplar la habitación que se refleja en un espejo sol y que se convierte en un cuadro, ya que sugiere todo un mundo, toda una vida, toda una acción estrictamente circunscrita entre los bordes del azogue y aislada de la vida de alrededor.
Una aura mágica orquestada por cascadas de jazmín que caen de las paredes del patio, y la cual me hace desear desvanecerme en tus besos como hice la noche anterior, despertarme tras cada uno de ellos con cada una de tus caricias.
Es cierto, ambiciono estremecerme con cada una de tus miradas doradas y con cada una de tus sonrisas de mármol. Ser yo misma junto a ti, como un hombre que se contempla en un espejo sin hidrargirio sin sospechar que, al otro lado, alguien lo observa.
Ser fruto de un deseo inalcanzable y a la vez ser tu más álgido placer.

Exacto, todo ese cuadro hacía que anhelase, a cada segundo, beber de tu esencia, de tu estampa como si mis labios fuesen hidrópicos.

Y en esa estancia aislada del mundo. En esa cárcel de cuatro paredes pero de sabor dulce, analizo con sumo detalle la sucesión de sensaciones, dilatándolas lo que dura una frase, una melodía verbal.
Tu respiración inspira un ritmo perfecto, una rutilante armonía y con tanta perfección a mi lado me siento como Judas, no porque fuese a traicionar, sino por ser una impostora, extraviada en el Olimpo e invitada por error a ése paraíso de percepciones.

En ese instante es cuando capto el significado, hayo el teorema. Todo ese escenario mágico no es más que una invitación pero también una amenaza velada, ya que sabía que en cuanto cayese el telón tú volverías a ser humo y yo persona.
En ese momento de comprensión, tal vez drogada por el celestial aroma del jazmín, sentí un impulso y te besé.
Extraordinariamente tú abriste los ojos y me sonreíste, tal y como yo deseaba, fundiéndonos así en un abrazo que se metamorfoseo en el cuerno de la abundancia de las sensaciones simple…

De repente abro los ojos, estoy estirada en mi cama desorientada y triste a la vez. Veo esa luz que entra por las contraventanas, percibo esa fragancia de jazmín proveniente de las voluptuosas cascadas que adornan mi jardín.
Es allí cuando de un movimiento rápido miro hacia dónde debería estar tu figura, pero por mas que repita el mismo gesto una y otra vez sé que tú no estás allí.
Así pues me digo casi con la intención de flagelarme ¿Qué somos sino patéticos súbditos de nuestros deseos no realizados?. Tú eres un deseo no realizado, y soy sierva de ese deseo. Un deseo que anhelo poder asir, tocar, palpar, besar…
Un sueño que se repite como una película antigua cuya cinta se quema con el paso de las horas.
Muriéndome a casa anochecer, renaciendo a cada vez de esa luz creadora.
En efecto, allí me encuentro yo, robándole al destino los segundos para así poder verte una vez más en esa vida irracional que ha construido mi mente, recordando nuestro esplendor que se funde una y otra noche con ese abrazo.

Y desde ese sueño tu imagen surca los mares de mi mente, cual carabela colonial en busca de El Dorado, perturbando, quebrantando, descomponiendo la calma y haciendo que cada noche anhele ese sueño perfumado con el jazmín de mi balcón.
Diciéndome que al fin y al cabo nuestros besos son despedidas.

viernes, 15 de abril de 2011

" Silogismos Desvanecidos"

Me encuentro caminando por la calle sin rumbo fijo y sumergida en el desasosiego que en esta noche clara y de luna menguante me hostiga sin piedad.
Recuerdo esta tarde.

Una tarde en la cual sin mas demora el jinete pálido del Apocalipsis llamaba con golpe firme a mi puerta, y cuya acción se veía coreada por una bandada de cuervos y sollozos enfermizos, haciendo que la atmosfera que me rodeaba se asemejase mas al mismísimo reino de Lucifer.

En ese infierno recreado y efímero mezclado con idas y venidas de miedo y resentimiento, el imponente caballero me anunciaba tu despedida. Advirtiéndome al mismo tiempo que me encontraba ante la única oportunidad de hacerlo, ya que tu no volverías jamás.

Así pues, yo sentada sobre la cama, que en ese momento me parecía dura como el mármol tras tal noticia, sentí como una ola gélida y cortante me subía por la espina dorsal congelando cada uno de mis pensamientos y sentidos… Haciéndome sentir temor, pavor, rabia y remordimiento.
No quería dejar esa habitación, deseaba entumecer ese instante, anhelaba volver atrás en el tiempo.

Un tiempo en que tú y yo corríamos sin dirección hacia un mundo de maravillas aún por descifrar y descubrir cual tesoro codiciado. Un mundo, un universo, una galaxia en la cual no habían reyes ni reinas, no existían los esclavos ni los cónsules, ni las reglas, ni las leyes, ni los castigos, ni el tiempo y menos la muerte. En efecto, éramos infinitos, invencibles y por silogismo inmortales.

Pero hoy, en ese preciso instante, mi rebuscado silogismo no parecía hacer honor a mi ideología utópica.

Tu te marchabas sin mas tardanza y el reloj de arena que marcaba los segundos que me quedaban para verte, besarte y agradecerte esos instantes, se acababa irremediablemente.

De esa forma y tras despertar del pequeño paréntesis que me salvaba de este infierno. Me dirigí a él pidiéndole por favor que me dejase despedirme de tu humilde y ya marchitada figura.
Tras eso, salté de la cama y con paso temeroso y débil, cual persona que se haya en el corredero de la muerte alargando los segundos de su angustiada vida, me dirigí hacia las escaleras.

Ya era imposible evitar lo inevitable, allí estabas tú mirándome y en tus ojos veía hastió y penumbra. Una penumbra que emanaba de ellos y que al mismo tiempo me envolvía.
Puse el pie derecho sobre el primer escalón:

Uno: vida
Dos: amor
Tres: diversión
Cuatro: belleza
Cinco: confianza
Seis: equilibrio
Siete: harmonía
Ocho: luz
Nueve: perfume
Diez: cadencia
Once: B
Doce: U
Trece: D
Catorce: Y

Esos eran los escalones que nos separaban y que a la misma vez me acercaban al terrible y angustioso final que nos esperaba.
Te miré, o eso intente ya que las lágrimas empañaban mis ojos…
Y tú. Tú, mi fiel compañero de estancias invernales y estivales, me devolviste la mirada. Una mirada en la que pude leer comprensión, afinidad, complicidad… Te abrace como nunca había abrazado a nadie dejando fluir mi vida hacia a ti, intentando darte fuerza para así intentar engañar a la Parca… Pero era imposible y lo sabía.

Tu calor y tu calor eran conexos, sinónimos y una fuerza nos atraía como los lados opuestos de un imán.
Allí es cuando te bese en la nariz, una naricita húmeda que siempre me hizo gracia… Te bese repetidas veces y de todas las formas posible. Besos pausados, besos rápidos… pero al fin y al cabo eran besos y estos huían como los dientes de león empujados por el viento. Pero lo mejor de todo es que tu me los devolviste en la mejilla… Tu pelo era áspero pero seguía guardando ese color blanco que tanto te caracterizaba. Un color blanco que se quedara impreso en mi memoria como si éste estuviese grabado a fuego…
Mire al caballero que allí estaba, de pie y que con una mirada lasciva y sarcástica observaba la horrible escena.

“- ¿Ya has acabado?- me preguntó con un tono burlesco.

Yo lo miré y sin fuerzas baje la cabeza ya resignada…
Y mientras le ataba la correa ya para llevárselo a un viaje sin retorno… Me incline a los pies de mi amigo, mi perro y le dije:

“- Te quiero, te quiero y siempre lo he hecho, desde el primer instante en el que te recogí de ese abismo de perdición hasta hoy, 08/04/11. Y hasta que me muera lo seguiré haciendo.”

Él me miró sin gesto alguno y me dio a entender que era la hora, que no alargase más lo que era evidente. Él también me quería, lo leí en sus ojos y en su manera de mover la cola de un lado para otro, un movimiento pausado pero constante.
Me enderecé y le puse la mano sobre la cabeza, como para asegurarle que nada cambiaría.

Tras ese amargo y oscuro momento, el cruel jinete emprendió su paso y tras él mi leal confidente.
Lo acompañe hasta fuera de la casa y desapareció entre la bruma, una bruma densa y grisácea que aclamaba perdición y tristeza.

Allí caí rendida, deposité mis armas al pie del destino, me rendí ante nuestro verdugo-el tiempo- quién sentenció nuestra muerte, la cual estaba coreada por una bandada de cuervos y sollozos enfermizos, pero esta vez eran mis cuervos y mis sollozos. Lo único que deseaba era no dejarte marchar. Y gracias a este escrito perdurarás, serás inmortal como un día pactamos.

Al fin y al cabo hemos ganado, me repito observando la luna y las estrellas, cuyo brillo me recuerdan a tus ojos.
 
Te Quiero…

sábado, 26 de febrero de 2011

" Rapsodia Botánica"

Despierto de una siesta voluptuosa, mecida por el tarareo de las hojas, bajo un tilo que emana deliciosos efluvios al caer la tarde, y cuya mayestática figura es como un embeleso que imprime en mí de manera indeleble y, en lo más hondo de mi gozo de existir, traza un surco de felicidad que la tibieza pura de una noche de julio no alcanza a explicar.
Allí me encuentro yo, o más bien mi dócil complexión ya que mi mente y sentidos enarbolan por esa atmósfera dulce y afable.

Mi cuerpo, libre de la traba del invierno, siente por fin la caricia de la brisa sobre la piel desnuda y a fuerza de respirar a pleno pulmón, en un recuerdo, un perfume que hacía mucho tiempo ya que no había rozado mi olfato, comprendo la existencia.

Cierto es con ese incienso natural proveniente de esa catedral de verdor deslumbrante, salpicada de sol primaveral, que entiendo la delineación de lo que somos y de lo que devenimos.
Así pues somos vida. Una vida que germina en el éxtasis de la intención pura y efusiva. Un minúsculo brote de paciencia que el tiempo hace prosperar y florecer, abriendo paulatinamente cada uno de nuestros pétalos con la delicadeza del maestro de vidriero, la voluntad del hierro y la disciplina del asceta, dejando entrever, de esta forma, la magnificencia, castidad e inocencia de cada uno de nuestros gestos e intereses.
Somos flor, una eclosión de colores. Colores puros y cincelados que escriben pergaminos de destinos deseados e inesperados.

Exacto en ese batiburrillo orquestado se desprende lo mejor de ella misma, de esa vida, que se entrega con la amabilidad de una prima Donna adulada a la que se le suplica que cante de nuevo una de las piezas que la han hecho famosa, y que medrará a cada paso humano.
Y que sollozará, con cada aurora deslizando por cada una de sus brácteas, lágrimas gráciles de rocío.
Esa vida que se adormecerá con cada ocaso y que con melancolía afrontará una nueva jornada cargada de imprevistos.

Una vida que al cabo de un tiempo, y que cual delicada y vulnerable flor, cansada por el ajetreo de mis pasos, esperanzas consumadas y también fallidas marchitará despaciosamente dejando deslizar y volar sus ligeros pétalos. Dando así en ése postrero instante de liberación afligida, un último suspiro , un definitivo segundo de paz y eternidad.

Así somos… En un día nacemos y morimos…

-¿ Pero de verdad tiene importancia?

No creo, no por lo menos en ese santuario connatural de exhalaciones paradisíacas que tengo la oportunidad de adorar, una basílica donde la perfección lo ordena todo y en la cual, a la vez, reina un bullicioso jaleo, haciendo parecer que el tiempo es deliciosamente corto y largo a la vez , que cada segundo es un nada, un abismo de misterio, y que cada minuto es un hecho artístico cada uno diferente al anterior.

De esta manera sentada bajo el tilo , cuyos efluvios tan primorosos me sugieren una vida sin perspectivas por donde pueda desvanecerse la posibilidad de convertirse en una obra de arte, una vida sin ayer ni mañana, sin alrededor ni horizonte: comprendo que el aquí y el ahora es algo hermoso, pleno y cerrado.


“ Les Roses ne sont pas à plaindre… Au moins elles ne savent pas qu´elles fanneront” ( Duvernois)

domingo, 6 de febrero de 2011

" La Petite Mort "

Un reflejo en espejo, no el mío sino el de uno de mis tantos “yo”.
Veo una persona oscura, traviesa, pilla, bulliciosa, inquieta, pícara.
Tras semejante impresión, sonrío con un gesto sagaz; mis ojos devienen fervientes y , con analógica metamorfosis, mi mirada maliciosa.
Me siento viva, llena de fuerza, tanto que un calor interior parece despertarse- una extraordinaria agresión de mi ser- como una descarga de adrenalina que hubiera abandonado los tejidos que suele recorrer para nacer en mi figura. Si… me siento magma en plena ebullición.
Presiento la excitante sensación de que se está librando una guerra telúrica en mi interior.

De repente, y sin mero pronóstico, apareces en mi mente cual paseante endiablado.

Pero al contrario de lo que hubiese esperado, no parece importarme. De forma antagónica y contra toda predicción parece ser Asmodeus quien ase mi lugar.
Mi sonrisa pasa a ser intensa, mi mirada penetrante.
En mi mente… Sólo un deseo, fragmentar tus reglas, poseerte, romper los moldes, perturbar tus sentidos, quebrar tus percepciones cual buen marmolista, presintiendo la muesca de tu deseo, ya presente pero a la espera de que alguien la revele, cediendo bajo mi asalto, y con milimétrica precisión adivinar como se dibujará la pasión que hay en ti. Siendo esto la señal de mi virtuosismo instintivo separandome de lo que una mujer corriente conoce por experiencia y reflexión para aproximarme a lo que conoce por instinto.
Mis manos ardientes se transforman en crisoles de memoria ilusoria que quiere convertir la arena en oro y el tiempo en eternidad.
Una eternidad, en la cual los gritos empañen la noche, en que las caricias acompañen el amanecer, en que las miradas se empapen de rocío.
Transformar la habitación en un abismo de misterio, y llenarla de un bullicioso jaleo y a su vez de un goce mudo.

Ver brotar, florecer tu piel. Estremecerme de placer, eclipsarme con tu figura, transformarte en nácar con cada uno de mis gestos, ser testigo del prodigio…

Susurrarte mil y una palabras, provenientes de lo que soy ahora, el prototipo de une femme fatale.
Palabras desbordantes de voluptuosidad, pasión, desenfreno, vehemencia… Palabras que devendrán receptáculos y las cuales gemido a gemido recogerán una realidad aislada metamorfoseándola en un momento de antología, magas que cambiarán la faz de la realidad embelleciéndola con el derecho de ser memorable.
Vivir, por un momento, en un mundo de armonías de otro tiempo y guardarlas cual si fuesen reliquias sagradas, transformarte en monarca de un reino sin artificios…

Haré que tu aroma nimbe por la habitación, cual alma en pena, para que mi nariz aprenda, allí, la elegancia de los perfumes y se embriague con ellos.

Sí, seremos dos calores conexos, dos atracciones cómplices: invadiremos nuestra percepción; dibujaremos todo un mundo de placeres.
Sólo pensarlo trémulo de excitación, muero de deseo… Si mi amor haré de ti perla, de mi espíritu, liberada de los sentimientos de mi vida…

De repente parezco despertar, renacer cual Fénix de mis cenizas tras efervescente transformación .

Me analizo de nuevo y me asusto de mi misma, de ese yo voluptuosamente diabólico, de esa fiera de ojos penetrantes.
Con decisión y precisión me doy la vuelta y con paso impetuoso me alejo de esa verdad impuesta y sellada por ese marco de cristal, por ese cuadro que por un instante ha reflejado las llamas del mismísimo infierno, coronando a Lucifer como emperador de mi reflejo y dejando como himno los gritos ahogados de un placer indeliberado y bestial.

domingo, 30 de enero de 2011

" Diapositivas A Todo Color "

Son las seis y media de la mañana, me he levantado de forma repentina.
Necesito escribir … no hay nada mejor después de un coma tan profundo al cual se ven sometidos mis sentidos a cada anochecer.

Observo la taza de café que se extenúa ante mi, cuyo aroma un tanto amargo pero dulce a la vez impregna la sala con un perfume denso y empalagoso hipnotizándome como hacen los encantadores de serpientes.
Yo soy la serpiente y danzo al son de esta agridulce fragancia que parece poseerme en esta fría mañana, forrándome de un cálido y tierno aroma mas propio de un bar que de una simple e insignificante cocina.

Tras esta danza prematura me postro en mi silla, una sonrisa un tanto pícara se dibuja en mi rostro mientras rodeo con delicadez la taza de café humeante… La rodeo como esa esencia  me rodea a mi, confiriéndome así un aura de serenidad , como la que conservan los mártires en las llamas del infierno.
Es ahí cuando , con una parsimonia déspota, miro por la ventana y me asombro súbitamente con la incalculable, clara y alboreada mañana.
Reflejos violetas, rosas, naranjas se incorporan, como en una paleta de pintura, a un cobalto cielo.
Examino, curioseo, contemplo de forma descarada y extenuada sus límites aún teniendo conocencia de que no los hay.

Acometiendo así, de forma instintiva y meticulosa, esbozos en el cielo, como un pintor veleidoso crea sus bocetos, jugando con los colores de forma irremediable cual niño encaprichado anhelando de esta forma conquistar un horizonte mudo.
Ilustraciones a todo color de momentos vividos, de momentos futuros, de oportunidades y de desengaños, de hilaridades y de desencantos, de vidas ajenas y de vida propia… de vida y de muerte, hasta así construir acontecimientos extraordinarios, recuerdos por así decirlo.
Recuerdos de los cuales surgen mundos hasta entonces insospechados… Allí me encuentro exhalando el perfume de autenticidad que inspiran mis recuerdos, observando la belleza fulgurante que llevan dentro; ser Un Maestro, Un Guía, Una Divinidad; alcanzando con el espíritu esferas inaccesibles, penetrando, a escondidas, en los laberintos de la inspiración, acariciando la genialidad con la punta de los dedos, gozando infinitamente del éxtasis que emana de ellos.


De pronto una larga llamarada furiosa se enciende en mi interior, como un grito que se libera por fin, impetuoso suspiro que se apaga tan pronto como se ha elevado.
Entonces me pregunto:
 “ ¿ Y cuando llegue el día en el que me tenga que despedir de ellos - de estos sublimes recuerdos- en mi último, y exhausto, aliento, como le anunciaré a mi Otro Yo - mi Yo más creativo- que es la hora de su desdichado fallecimiento? "

Ese final , también será mi final, porque el testigo muere de no poder dar más testimonio, porque el discípulo muere por el tormento de la pérdida, porque el protector muere por haber flaqueado y el admirador, al fin, muere por adorar un cadáver abocado a la paz de los cementerios… Mi Final…
Pero al revés de lo que pueda parecer, no lamento nada, porque esa parte más creativa que se haya en busca de la belleza soy yo, mi Otro yo y me veo sin duda capaz de reconocer en este silencio que me hostiga el sabor agridulce de la felicidad.

sábado, 15 de enero de 2011

" Maliciosa Complicidad"

 Un olor exótico, peculiar pero familiar se apodera de mi mente.
Me siento en una silla de madera roida por el paso de los años, y como ella todos mis acompañantes parecen tambien carcomidos, atormentados pero pasivos frente a lo que tienen delante. Miradas sin emoción, miradas rápidas pero sosegadas, miradas que más bien parecen estar arrastrando un lastre que observando.
Silencio, silencio puro, limpio, casto, virtuoso e inmaculado ... cual diamante en bruto .
Silencio frio de palabras sostenidas o palabras elevadas y usurpadas por el frio viento de esta noche de invierno.
El humo blanco, que anega el álgido y arcaico cobertizo, me impide ser conciente de lo que realmente pasa...
Silencio de palabras rotas , de murmullos adormecidos y enmudecidos. Todos mirando un punto fijo y a la vez no sabiendo bien bien cual es, todos sumergidos en un mar de pensamientos y reflexiones interiores.
 Mientras tanto en medio de ese mar de olor y sensaciones compradas, algo perturba mi sentido.
En efecto, un gato blanco brinca sobre la otra punta de la mesa, iluminada  por una antigua lámpara de color dorado y de formas extenuantemente sensuales.
A pesar de tal rápida, atrevida y arriesgada, intervención felina, a nadie parece importarle.
A nadie menos a mi, hago un esfuerzo por no adormecerme y dejarme llevar por las suaves caricias del sueño. Mis párpados devienen plomo y bajo ellos mis pupilas se expanden de forma exagerada, mi corazón se acelera cual bomba de relojería, la respiración se aviva y se aligera precipitandose de forma incontrolable.
Siento mi cabeza dar vueltas como si se tratase de una noria de feria. Las imágenes del habitáculo se succeden en mi cerebro y como una película pasan ante mis ojos. Soy la concurrente de mi misma, me veo desde fuera, me observo y me analizo como si yo misma fuese una inocente bestia.
Es entonces cuando abro los ojos y ante mi se halla la figura de lo que parece ser un dios extraviado del Olimpo. Una majestad felina que con un regia inclinación de cabeza parece saludarme.
Sus ojos azules chocan contra mi percepción de las cosas, es imposible no mirarlo y en cambio los demás no lo hacen. Al contrario, se les ve a todos dadivosos de arrogancia.
El gato y yo en cambio parecemos vivir una de especie de simbiosis eclecticista.
Frente a tal situación, decido formular una frase pero me veo incapaz. No obstante el albo gato parece percibir lo que pienso y decide dirigirse hacia mi sucumbada figura.
En esos simples instantes de movimiento, contemplo involuntariamente y de manera fascinante, un ritmo perfecto, una rutilante armonía, una paulatina pero vigorosa elegancia... Brillan sus sombras y reflejadas por la luz tenue de la achacosa lámpara, todo él parece ser un genio vivo de estampa inmortal y de ojos centelleantes como el azul turquesa de un paraíso utópico.
En breves su efímero periplo llega a su fin.
Allí lo tengo a apenas cinco centímetros de mi, observandome de arriba a abajo. Su mirada burlesca podría perfectamente zaherirme, pero no lo hace.
Me postro ante él, me convierto de forma voluntaria en su epígono y esclava.
Esclava de la belleza natural, animal y universal.
Frente a mi inerte ser, esta majestuosa fiera, que parece haber conquistado imperios, decide acomodarse en mi regazo.
Es ahí cuando con un movimiento pausado y untuoso decido acariciarlo.
Caricias que se metarmofosean, cual bellas mariposas, en miradas cómplices y en sonrisas de aprobación.
Aprobaciones perfeccionadas por ronroneos de placer y mansedumbre.
Sólo él y yo desvelando efimeramente un paraje desconocido. Perfilando un horizonte iluminado por la luz de esa lámpara, esbozando un lienzo tierno de extásis amical.
Sólo él... El instrumento de mi celestial liberación en esa noche fría y de silencios muertos.
Sólo yo...Capturando la eternidad en la columna vertebral de mis palabras

" Brebaje De Sensaciones"

Estoy tumbada en el suelo de mi cuarto.
Siento como mis pupilas se dilatan con vehemencia, como si un mecanismo se desatase en mi interior haciendo saltar las alarmas de mi organismo.
Todo da vueltas aunque yo esté completamente desplomada e inmovil en la fría superficie.
Me siento muerta pero a la vez viva y descomunalmente feliz.
De repente, suena una exquisita melodía, una melodía dulce y deleitosa cual golosina superflua, que me transporta de forma ineludible a una atmósfera cálida y fragante.
Una sensualidad tórrida me posée y me siento ligera como una pluma que se mueve planeando y danzando al son de una brisa en plena aurora estival.
En ese aterciopelado escenario mágico, analizo con sumo detalle la sucesión de sensaciones y las dilato lo que dura una frase, una melodía verbal.
Mientras esa sucesión estricta y ritual frisa lo sublime, un celestial aroma se ampara de mi olfato, lo que provoca en mi que mis ojos devengan relampagueantes y mi nariz se vea subyugada por un aroma diabólico pero atrayante, pareciendose así a una disimulada trampa para rodeores.
Es té , una dulce infusión de menta que al provarla hipnotiza mis sentidos.
Allí es cuando ... es cuando caigo en la cuenta de lo que es el deseo, el deseo verdadero, cuando me hipnotiza cogiendo la forma de una serpiente incitandome a morder la manzana, cuando se apodera de mi alma engatusándola por completo hasta el punto de convertirme en una demente.
Pero a mi no parece importarme en absoluto, me siento a gusto en medio de esa atmósfera que nimba sobre mi.
Extiendo los brazos hacia arriba queriendo tocar el techo, pero incapaz de ello aunque a mi me lo parezca.
Miro hacia los lados observandolo todo, analizandolo  sigilosamente, cual león vigilando a su presa. Sonrio una y otra vez , sonrisas que se tranforman en carcajadas espontáneas y efímeras.
Fulguraciones poéticas afloran en mi mente dandoles formas físicas pero irreales.
Subitamente me exhumo en los efluvios de mi alma, el tiempo que me acucia ahora dibuja los contornos de unos rostros familiares y queridos.
Los de mis amigos... Amigos que han estado allí durante una vida , que ha ido de embelesos en ambiciones, de ambiciones en desilusiones y de desilusiones en cinismo...
Amigos honestos, nobles, honrados, sinceros, seguros, devotos, leales y una larga lista de calificativos...
Amigos que dia tras otro me protegen del exceso o, lo que es lo mismo, del abismo, y que sin los cuales no sería lo que soy. 

" L´amitié est la similitude des âmes..." (Alcuin)

" Síndrome De Cotard"


 Soledad. Separación. Desamparo.
Sí sola, es así como me siento en estos momentos en mi habitación alejada de toda realidad.
De repente , perturbando mi humilde aislamiento, un descortés y bizarro golpe suena, y lo que es peor, suena contra mi puerta.
A continuación, y emergiendo de mi profunda desdícha, susurro un " adelante" tímido y sin fuerzas.
La puerta se abre lentamente. Tras ella germina una silueta oscura y de rostro indefinible. 
Al instante me dice:
- Buenos días, soy el amor.
- Y que haces aquí ? le respondo atónita.
- Ya lo sabes... me necesitas para vivir- se apresura a decir.
- No , yo no puedo ser dependiente de un sentimiento tán complicado y desequilibrado- grito intentando demostrar una afirmación imposible que se desvanece en un sin fin de respuestas en dondé solamente existe una verdad ambos conocemos.
- No me mientas, tú y yo sabemos de sobras lo que  está pasando - me declara mirandome por encima del hombro.
- Sí... Tú mi desvergonzado verdugo, es tu culpa ...- afirmo apenada delante de tál verdad.
- ¿ La culpa de qué? - me discute rapidamente.
- De mi ferviente y lunático enamoramiento...- contesto casi llorando.
- Lo sé. Soy tu libertad y tu encarcelamiento, tu fortuna y tu pobreza, tu elixir y tu veneno, tu cura y tu enfermedad. Sí, soy tu cruel patología e incurable- me contesta orgulloso de ello.
- ¿ A que te refieres? ¿ A que eres mortal?
- Sí, pero no mortal fisicamente, sino psicologicamente.
- ¿ Entonces porqué me visitas?
- ¡ Para matarte!
- ¿ Y como piensas hacerlo?- le respondo yo sin importancia alguna por lo que me acaba de decir.
- Con un inocente chasquido de dedos.

En esos diez segundos de reacción, después de tál apesadumbrada sorpresa, me permito cúal amigo fiel hacerle una última pregunta:

- ¿ Esto es a lo que se le  llama " morir por amor" ?

A lo que él con tono seguro y dulce responde:

- Sí

Cierro los ojos y me dispongo a dejarme ejecutar.
Subitamente...¡ CHASK!...
Nada más y nada menos.
Vacío, desierto, vano, vacuo y frívolo silencio.

" Animal Famélico"

Llueve, llueve en el exterior.
Las gotas frías golpean lentamente y sin pausa mi ventana dibujando formas familiares, redondeadas y hasta un tanto sensuales.
Una luz clara y blanquezina se filtra por esta misma ventana, umbral de desasosiegos y de esperanzas congeladas, todas ellas influenciadas por la estacionaria frialdad de la intemperie. Una luz de farola que se refleja en la blanca puerta de mi cuarto.
Yo sentada en mi cama con la mirada fijada en la pared vacía, miro a mi alrededor...Toda mi habitación iluminada por el simple y curioso reflejo de una farola.
En ese silencio puramente bruto de mi humilde habitáculo un ruido como el de un  murmullo llama mi atención.
Busco impaciente el origen de ese sencillo sonido que me perturba.
De repente y sin más, otra vez vuelve a sonar, es ahí cuando me doy cuenta que proviene de las brasas de mi cigarrillo.
Lo entorno y analizo esperando hallar una respuesta a ese amargo silencio que me envuelve.
Seguidamente coloco la boquilla entre mis labios e inhalo el humo dejando que éste emane delicadamente de mi boca.
Humo, humo en el cual se dibujan mil formas, esbozos de recuerdos pasados y de proyectos futuros...
Cuando de repente dentro de mí, una llama parece encenderse e incandescentemente dibuja tu, sabiamente orquestado y minuciosamente mimado, recuerdo que parezco perseguir en el limbo de mi memoria.
Simultaneamente, tu recuerdo, esa gran fiera, toma posesión de mi mente. Esa majestad leonina que penetra en mis pupilas, como entra un cónsul en la arena para ser aclamado, me me derrite el corazón cual hielo bajo el sol abrasador.
En ese extasis, en esa orgía de dulzura azucarada, una chispa de decepción se enciende en lo más hondo de mis pupilas dado a que mi cruel autoengaño llega a su limite.
¿ A quien pretendo engañar si tu no estás conmigo?
- A mi...
y así sobre el lienzo doloroso de mis esperanzas defraudadas, tras estas preguntas y respuestas ; llega con paso imperioso la espera seguida del aniquilamiento que yo con un desdén apenas disimulado he atrevido a sentenciar.
Me niego a sumirme en las mazmorras de tu indiferencia...

" Engranajes Gélidos"

Un frío gélido azota mi ser. Dentro de mi el hinvierno ya ha comenzado, mis pensamientos se ven disuadidos por un viento cortante.
Todo se congela... Mi sangre deviene fría y la siento helarse bajo mi fina piel.
Todo mi carácter se metamorfosea y se transforma en frío, abúlico y extremadamente duro, tanto que aveces soy incapaz de sentir nada.
Ese manifiesto incontrolable hace que  los ojos se me empañen de lágrimas. Lágrimas que caen, pero que a su vez se transforman en copos de nieve,  los cuales son mas ligeros que el aire. ¡ BLANCO ! ¡ BLANCO! ¡ BLANCO ! .
Explosiones sordas, que se suceden a cada vez que estos entran en contacto con el suelo.
Fuera, en el exterior de mi gélida fortaleza, el frío irradiado por ésta , es tan intenso que hasta los pájaros se congelan en pleno vuelo antes de caer contra el suelo.
Paradojicamente y, hasta se podría decir que ironicamente, el sonido que emiten al fallecer es dulce a pesar que se trate del ruido de la muerte.
Pronto la cadencia de ésta congelación va en aumento, lo que provoca que mi corazón se entumezca. Transformandolo así en una humilde e insensible roca.
Pese a este parecido duro y fuerte, mi corazón se ve expuesto a la fragilidad del cristal de Murano.

Allí es cuando entra en juego la amistad.
Una operación delicada, pero como si de los engranajes de un reloj de cuco se tratase. Basta con tocar mi interior con la llema de los dedos, una simple caricia es suficiente.
Solo la sensación de apoyo aveces basta para hacer resurgir a una persona de sus cenizas.

"Cada persona tiene unos engranajes diferentes, y hay que tener el valor y la erudición suficientes para conectarlos correctamente."

" Lluvia De Verano "

 Observando, observando algo en el cielo, nosé muy bien el que...
Quizás la raiz del arbol de mis pensamientos, quizás, inconcientemente, me encuentre en la búsqueda de algo: de un sentimiento, de una sonrisa, de un sollozo, de un gesto cálido y amical, que me reconforte delante de tal vacuidad y futilidad humana.
Entonces me paro a pensar en la nulidad de la existencia, y en el hecho que un mínimo cambio en nuestro entorno, puede desatar unas complejas y arriesgadas consecuencias.
Miro el cielo gris de un verano cálido. Un cielo gris iluminado por unos claros de sol opacos y poco clarividentes, pero que de todos modos refuerzan su presencia dando una luz clara y blanca a éste mismo...
En ese instante de minimalidad y simplicidad humana, cuando parece que voy a caer en una espiral de Caos existencial...

¡ Lluvia de Verano...